
Seamos francos desde la primera línea. Traducir
onomatopeyas es “casi” imposible. Y decimos “casi” porque por complicado que
pueda parecer a primera vista, se puede lograr. Pero claro está, esto requiere
tener un dominio de la lengua de origen y de la lengua meta muy elevado, y aún
en el caso de que se cumpla este requisito, no bastará. Es aquí donde los
conocimientos socio culturales de una lengua y otra adquieren su mayor
protagonismo.
Llegados a este punto, creemos que puede interesar a
nuestros lectores el saber que se ha creado el diccionario del comic para que
este tipo de obras puedan ser traducidas de manera rápida y eficaz.
También tenemos para proponeros la tesis que ha
realizado Isabel Pascua y Christine Delfour de la universidad de Palma de
Mallorca respecto a esta cuestión. En su tesis, incluye una liste de diferentes
onomatopeyas traducidas a tres lenguas(francés, inglés y español). Gracias a su
trabajo, hemos comprendido que desde la perspectiva chausoriana, la onomatopeya
vendría a intercalarse entre el significante y el significado.
Es interesante señalar que los ruidos producidos por
los animares cuando emiten su sonido característico para comunicarse o emitir
« juicios de valor animal » son diferentes de un país a otro.
Tenemos estos ejemplos:
El gallo hace : “cocoroko” en español y “kokorico” en francés.
El perro hace: “bouf bouf”en francés y “guau guau”
en español.
Podemos señalar entonces que todo sonido es potencialmente
traducible desde la perspectiva fónica y por lo tanto también ha de traducirse.
La manera en que el ser humano asimila el sonido de una vaca por ejemplo con su
repertorio fónico es independiente de lo que un receptor de otro país ha podido
percibirlo. Por lo tanto, es pertinente que la onomatopeya aparezca traducida.
Para que el lector reconozca inmediatamente el sonido que emiten ciertos
animales como comentábamos más arriba. O incluso, el sonido de un choque de
vehículos o el ruido de una bocina.
Con esta reflexión sobre la traducción de las
onomatopeyas hemos aprendido que los efectos onomatopéyicos están en estrecha
relación con la situación en que se produce.
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